La urgencia de las urgencias
Cuando hay alguna noticia o referencia a cualquier Servicio de urgencia hospitalaria de inmediato se viene a la mente la idea de dolor, sufrimiento y espera…. sobre todo eso, eterna espera. La queja central respecto a las urgencias es esa, los tiempos de espera, más que la eficiencia, el buen trato, la falta de equipamiento. Quiero dar una visión aunque sin explicar la totalidad del problema, aporta desde cómo se utilizan los servicios de salud.
Leía hace poco en un artículo español, que me resultó provocador pero certero, explicaciones socio-culturales respecto a la sobre demanda de las consultas de urgencia por sobre la consulta habitual, situación que, por lo demás, se repite en todo el mundo. Se mencionaba entre otras cosas, que este modelo de sociedad “moderna” consumista y hedonista alienta la necesidad de querer resolver todo en forma inmediata y evitar todo tipo de malestar.
Un hombre joven, sano, que espera 5 horas en una urgencia porque desde ayer tiene secreción nasal, tos y 37,8 grados de temperatura se molesta porque no acepta que la gripe le provocará molestias, que no existe cura instantánea para su padecimiento y además sólo le suministran una tableta de Paracetamol (y limonada con miel).
Y mientras los que si requieren atención puede que sigan esperando….
El caso descrito es uno de los miles de pacientes que realizan consultas “no pertinentes” a un Servicio de Urgencia, es decir, sin padecer ningún signo de gravedad o patología que requiriera alguna evaluación o tratamiento inmediato. La clasificación de gravedad o TRIAGE se realiza hace ya varios años por una enfermera que atiende en forma oportuna a todos los pacientes que consultan, a los que, de acuerdo a una anamnesis (cuestionario médico) y evaluación de signos vitales, se clasifica desde el Paciente C1 en Situación clínica de riesgo vital, la imagen clásica de E.R. u otras series médicas que se atiende en un reanimador, hasta el Paciente C5 en Situación clínica estable, que no requieren atención inmediata y que por tanto se atienden según disponibilidad. Estos últimos son los que en los grandes hospitales de Santiago suelen esperar varias horas colapsando las salas de esperas, son los que generan el mayor número de reclamos y son los que usando adecuadamente la red de salud deberían atenderse en un SAPU o en su consultorio al dia siguiente.
Esto que parece ser técnico, es relevante para entender que la real urgencia es posible de evaluar de manera objetiva y profesional, y de hecho esto ha permitido que ya no existan pacientes que fallecen en las salas de espera y que lo efectivamente grave se atienda sin espera. Y también permite saber que más de un 50% de las consultas corresponden a las no pertinentes (C4 y C5), que por tanto no deberían estar solicitando consultar con necesidad tan inmediata. Sin embargo es evidente que existe una evaluación subjetiva de la urgencia que obedece a múltiples factores, uno de cuales es la EDUCACION en salud.
No existe un ramo de Educación en salud, que aborde el tema no solo de la biología, si no de los cuidados básicos, los mecanismos de prevención, el enseñar a nuestros niños sobre el sistema de salud, las enfermedades crónicas, la salud mental, etc. No existe mayor conocimiento preventivo en nuestra población, ni cultura de autocuidado y esto repercute en especial en los miles de enfermos crónicos que esperan, sin cuidarse y en ocasiones sin tomar sus medicamentos. Y la cura está en el otro, el médico, el sistema, la sociedad…. no en su propio cuidado. Y finalmente eso repercute en los servicios de urgencia, ya que en adultos un buen porcentaje de las consultas “pertinentes” son justamente por complicaciones graves de estos crónicos no compensados: Infartos (ataques cardiacos), Accidentes vasculares, crisis hipertensivas (presión alta), hiperglicemia (azúcar alta). Por tanto resulta primordial educar a nuestros futuros adultos en la prevención y el posterior tratamiento adecuado de estas enfermedades que asolan nuestro “desarrollado” país.
Otro factor de la sobre consulta es la cultura que centra la atención médica en los hospitales, subvalorando a la atención primaria, cuando es la consulta básica e integral la que permite controlar los síntomas y evitar llegar a una situación aguda o crisis. Es una realidad que faltan muchas horas médicas en los Consultorios o Centros de Salud familiar, pero también es cierto que un buen porcentaje de la población adulta NO acude siquiera a solicitar una hora y basa toda su atención de salud en las consultas de urgencia cuando siente alguna molestia, sin tener ningún seguimiento, controles de salud u otro tipo de evaluaciones. Es decir una atención que teóricamente le solucione el problema en forma inmediata y con el mínimo esfuerzo.
Un tercer factor es que efectivamente al no haber médicos suficientes en la Atención primaria los que están ocupan su jornada atendiendo docenas de pacientes de “morbilidad”, o sea solo enfermedades agudas, a un rendimiento de 6 o más por hora (10 minutos por consulta) lo que impide la educación o indicación preventiva, y dificulta más aun el visualizar causales más profundas del problema de salud como debería ocurrir al aplicarse el modelo de Salud familiar. Faltan médicos que hagan parte del equipo con otros profesionales para los controles de pacientes crónicos, controles preventivos de Salud (a toda edad), controles grupales, atención de salud mental. Evitar así que finalmente por déficit de este nivel de atención sigamos atendiendo solo a los enfermos, cada día más complicados y no centrar como sistema lo que debería ser el objetivo primordial: mantener sana a la población a cargo.
En mejorar la Atención Primaria está la urgencia para mejorar las urgencias hospitalarias que deberían atender solo pacientes derivados de los SAPUS (servicio de atención primaria de urgencia), los accidentes o traumatismos y pacientes con potencial riesgo vital que efectivamente requieran esta atención sin esperas de ningún tipo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario